Mejorando el mundo … o el encuentro de la felicidad

Como en todos aspectos de la vida cuando nos proponen que solucionemos un problema «algo» complicado, podemos directamente rechazar de lleno el tema -Esto es imposible- , -La culpa es de los políticos – o mejor aún, – Como me dices eso!, tuve una infancia muy complicada!!! -. Esta semana toca hablar de como mejoraríamos el mundo, así, sin más, sin más artificios que el del título original que era en inglés «Making the world better».

Es cierto que se podrían tomar  medidas concretas que harían mejorar, y posiblemente mucho, el mundo, es cierto que en manos de los emprendedores también hay una gran responsabilidad, hoy mismo he recibido un correo de Renault invitándome a preservar un coche eléctrico (Ya lo he hecho). Y por supuesto, y me parece una medida muy realista y efectiva aunque difícil de cumplir, si todos trabajásemos para la excelencia todo nos iría muy mejor. Ahora bien, cual es verdadera razón por la que las cosas, augurios apocalípticos aparte, no nos parecen que van bien del todo.

Sólo puede ser feliz siempre el que sepa ser feliz con todo. Confucio.

Esta sencilla frase, este magnífico manifiesto nos está diciendo, enseñando y sobre todo dando la solución a todos nuestros problemas. Incluso está haciendo que pueda cumplir con mi obligación de escribir esta semana. Que más se puede pedir. Realmente creo que si todos fuésemos felices no habría necesidad de crear mal a nuestro alrededor, ¿alguien cree que una persona feliz, plena, es capaz de hacer algún daño a su alrededor?.

Con los acontecimientos ocurridos en Japón en los últimos días, nos estamos preguntando en occidente que es lo que tienen los japoneses que hace que parezca que estén llevando la desgracia con mayor entereza que en cualquier otro sitio que hayan tenido una desgracia semejante. Japón es una sociedad con arraigadas creencias Budistas y seguidores de la filosofía de Confucio quien también afirmaba que  «Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes deberá acomodarse a frecuentes cambios.» Yo creo que por ahí van los tiros, puedes sufrir un revés, puedes tener todo en tu contra y desgarrarte las vestiduras o simplemente, superarlo y adaptarte. Para ello se necesita una gran control de la mente, no de los sentimientos, se necesita un control de la mente para que los sentimientos no te controlen.

Ahí estamos viendo, una y otra vez, como los japoneses no muestran sus sentimientos de un modo «escandaloso» como guardan su lloros con una mano delante de la boca o tapando su cara, como si tuvieran vergüenza, vergüenza de dejarse llevar por la desgracia, de dejarse llevar por los sentimientos. Estoy convencido que ello no significa que sientan menos, quizá pase todo lo contrario, quizá ellos sean virtuosos de la mente y sean más felices, al igual que un virtuoso de un instrumento disfruta mucho más al interpretar una pieza, que un amateur que comete errores de interpretación continuos.

Con estas pequeñas pinceladas podemos adivinar que mi conclusión es que si yo soy feliz, si la gente a mi alrededor es feliz esto no puede más que contagiarse, sin remedio, de unos a otros y esto hará que mejoramos el mundo, al menos nuestro micromundo. Muchos micromundos forman un macromundo.

Ahora solo resta poner mi granito de arena.

“Si quiero mejorar el mundo, debo empezar por mejorarme a mi mismo”

Y terminar con una cita, más cercana, de José Luis Borges:

“He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer… No he sido feliz.”

Entradas relacionadas

Un comentario en «Mejorando el mundo … o el encuentro de la felicidad»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *